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El Pobre - El Rico - La Fe Cristiana

"Hablen y pórtense como quienes han de ser juzgados por la ley que nos da libertad, porque habrá un juicio sin compasión para el que actúe sin compasión.  ¡La compasión triunfa en el juicio!   St. 2:12-13
Es increíble como al leer la Biblia nos damos cuenta de su vigencia en todos los tiempos, y es que aunque fué escrita hace miles de años, su mensaje es pertinente y esta lectura es una muestra de ello.  Definitivamente el trato que reciben las personas por su condición económico es diferente aún en la iglesia, no se trata de ser millonario, pero siempre el que está en una mejor posición que otro, ya sea por su nivel educativo, por ocupar un puesto relevante, o incluso por aparentar una situación económica envidiable, recibe siempre halagos, ofrecimiento para ocupar puestos, nunca se cuestiona, nadie se le opone, y si vive en pecado, pues la tendencia es a hacerse de la vista gorda.

Parecería entonces que por tendencia natural el ser humano anhelara la riqueza y la fama, pues al pobre, además de las luchas naturales que vienen producto de sus dificultades económicas, padece de rechazo natural y en muchas ocasiones es visto indignamente aún en la iglesia.  Es que si ponemos a un pobre muy espiritual, de buen testimonio y considerado varón o mujer de Dios, a la par de un rico, intelectual, exitoso, con mucho conocimiento y que lo único que sabe es hablar y parecer, siempre la elección se inclina al rico.  Allí no valen las escrituras.  Es por esto que Santiago habla de no hacer excepciones, de cuidarnos del favoritismo, de no discriminar juzgando con malas intenciones. "¿acaso no hacen discriminación entre ustedes, juzgando con malas intenciones".  St. 2:4.

El amar al prójimo como a nosotros mismos también es sinónimo de verle con dignidad, como le vería Jesús, con sus potenciales y creer que Dios puede usarlo, después de todo el éxito de  la vida cristiana no está determinado por tu nivel universitario o por lo exitoso de tus empresas o de tu vida laboral, en realidad el éxito está fundamentado en la medida de la obediencia que tenemos para vivir la vida de acuerdo a los principios y valores del reino de Dios establecidos en su Palabra.

Lo paradógico es que no siempre el pobre o el rico lo tienen todo por completo, el rico está rodeado de personas que le alaban, que lo afirman siempre, que lo saludan y lo respetan, se llena de muchos "amigos", pero en realidad nunca sabe quienes lo aman verdaderamente, quienes son en verdad sus amigos, quienes le hablan bien por tenerle estima o simplemente porque esperan recibir algún favor en algún momento.  Así que es triste la vida del rico, porque si bien es cierto tiene muchas poseciones, también es cierto que puede tener incluso un falso concepto de si producto de la imágen que otros construyen con sus alabanzas.  Es por esto que se hace necesario buscar a Dios, porque en la presencia de Dios podemos vernos cual realmente somos, así como el profeta Isaías que dijo cuando estuvo frente a Dios: "ay de mi que soy hombre muerto", porque reconoció que su santidad no le alcanzaba para estar frente a la santidad de Dios, solo en la presencia de Dios podemos reconocer nuestra humilde condición, saber que somos polvo, como la hierva que en la mañana está y por la tarde se ha secado, y que las posiciones también quedarán allí después de la muerte, pues como alguien ha dicho, nada nos llevamos. 

"El hermano de condición humilde debe sentirse orgulloso de su alta dignidad, y el rico de su humilde condición.  El rico pasará como la flor del campo.  El sol, cuando sale, seca la planta con su calor abrasador.  A ésta se le cae la flor y pierde su belleza.  Así se marchitará también el rico en todas sus empresas."  St. 1:9-11
De igual manera la vida del pobre toma sentido al encontrarse con Cristo, aunque el mundo y sus parámetros de éxito le hunden más en su autoestima, entender su verdadera identidad en el Señor le hace cambiar su concepción de si mismo, porque en realidad el valor que tenemos como seres humanos no está determinado por las poseciones o por el nivel educativo o un cargo prominente o la ropa que usamos, nuestra identidad como ciudadanos del reino de Dios está determinado por el valor que Dios nos da, y este es el mismo para toda la humanidad, Dios amó tanto al mundo que dio a su hijo Jesucristo por el.  Así que valemos la sangre de Cristo.  

Algunas consideraciones importantes de Santiago
  •   El pobre debe sentirse orgulloso de su alta dignidad. De saber que encuentra su valor en Cristo y no en las riquezas.
  • El rico sientase orgulloso de su humilde condición, de saber que en realidad no es nadie sin Cristo, su valor también se encuentra en Cristo.  (La Palabra nos recuerda: "alejados de mí nada podéis hacer") 
  • La iglesia es llamada a no tener favoritismos con los ricos o con los que por su condición económica o intelectual están en una mejor posición.
  • La fe en Cristo nos obliga a ver a todos por igual, quien no lo hace debe revisar si realmente conoce a Cristo, porque nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve si no ama a su prójimo a quien si ve.
  • Somos llamados a vivir sabiendo que seremos juzgados, habrá un juicio sin compasión, para el que actúe sin compasión.  La compasión triunfa en el juicio.  (St. 2:12)
¿Esta viendo a los demás con los ojos de Jesús?, ¿Está teniendo favoritismos con los de mejor condición económica?, ¿Está tomando decisiones basadas en lo superficial de las personas?, que Dios nos  ayude a reflexionar y empezar a ver a todos por igual, nadie merece ser exaltado, nadie merece la gloria, en realidad solo hay uno que merece toda la gloria y adoración, Cristo, su nombre sea exaltado en la iglesia y en todo lugar, a El demos la honra, no a hombres que apenas llegamos a ser siervos inutiles.

En medio de un mundo cruel, de tanto dolor y señalamiento, procuremos andar en santidad, la santidad que produce en nosotros abrazar al desvalido, amar al menospreciado, no dando por compromiso o porque nos sobra, como lo dijo por allí un teólogo Señor que me mueva tu amor.

Agradecida con su llamado

Karen

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