"Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos". 3 Juan 1:5
Escuché la mejor lección de hospitalidad de una mujer norteamericana que visitó Guatemala para conocer a un niño que tenía apadrinado y su familia. Esta mujer cuenta que ella recién se había casado y tenía un pequeño apartamento que aún no había podido amueblar del todo, esa era la excusa por la que no invitaba a la gente a su casa, no creía tener una casa lo suficientemente equipada para atender las visitas. Pero en el viaje que realizó a Guatemala logró entender a perfección la hospitalidad, la recibió una familia muy pobre, cuya casa era un salón pequeño donde habían dos camas, una pequeña estufa, una mesa y unas cuantas sillas (por cierto que ninguna de las sillas era igual). Cuando llegó la familia inmediatamente corrio la ropa que había en las camas, le ofrecieron una silla, se pusieron a hacer café y algo de comida para ofrecerle y se sentaron donde pudieron, para conversar con ella, en todo momento se mostraron contentos, y pudo ver que esta gente aún con tantas limitaciones habían ofrecido a ella lo mejor que tenían, con gozo y alegría.
Esta historia real nos muestra lo que verdaderamente es la hospitalidad, darnos como personas y dar lo mejor que podemos para que la estadía de otros sea placentera. En este sentido, lo mejor no tiene que ser cosas caras o esperar a tener la casa de nuestros sueños, sencillamente es darnos junto con lo que tenemos, sea mucho o poco y procurar el bien estar del otro.
En la tercera carta de Juan, este elogia al anciano Gayo por la hospitalidad con la que había servido a desconocidos, y al leerlo forsozamente me trasladé a la iglesia, donde cada domingo llegan desconocidos, así que me pregunté ¿Que tan hospitalarios somos con los desconocidos que nos visitan?, veamos algunos puntos interesantes:
1. Servir a los desconocidos a través de nuestra hospitalidad es sinónimo de fidelidad a Dios.(v.5) Cuando pienso en la gente que nos visita cada domingo, que llegó no por una invitación si no por una necesidad, entonces viene a mi memoria aquel pasaje que dice "por cuanto lo hiciste a uno de mis pequeños, a mi me lo hicisteis". No es fácil ir a un lugar donde todos son desconocidos, pero es tal la necesidad de la gente, que aún así va a la iglesia, sin invitación, sin conocidos, solo con su necesidad; y llegar y que nadie te hable, que la única expresión que reciben es una bienvenida del pastor a nivel general. Es que acaso la invitación de ser hospitalarios es para un grupo en particular, en realidad es un llamado a todos, es un valor que los ciudadanos del reino debemos vivir, como muestra de nuestra fidelidad a Dios, debemos dejar la comodidad de nuestro asiento, acercarnos a estas personas, saludarles, preguntar su nombre y conversar para animarles.
2. La hospitalidad es una expresión de amor (v.6), para algunos quizás sea dificil, la verdad que siempre tenemos excusas para el servicio, que somos tímidos, que no sabemos quien es la gente nueva, que tenemos que hacer algo ministerial después de la reunión, igual siempre habrán excusas. La Biblia dice que el amor todo lo puede, es decir que es el amor lo que nos mueve a hacer aún cosas que no pensamos que podemos hacer. El amor debe movernos a tener la actitud correcta para mostrarnos hospitalarios con desconocidos que llegan buscando a Cristo. El Cristo que las personas buscan, somos nosotras mismos, nosotros somos lo más parecido a Cristo que ellos verán, ¿como les recibiría Cristo? ¿como recibe a la gente usted? ¿estamos siendo como Cristo?
3. No se trata solo de recibirlos, hay que orientarlos y encaminarlos para que continúen su viaje (v.6). Gayo no solo recibía a los desconocidos, la Biblia dice que los encaminaba para que continuaran su viaje, es decir que caminaba con ellos para orientarlos acerca del camino que habrían de ir. Amados, esto si representa un desafío, no se trata solo de saludar a la gente y aprender su nombre, se trata de caminar una milla extra. ¿Que significa esto en relación a la gente nueva?, esto lo podemos traducir como llamarles por unas cuantas semanas, introducirlos en otros espacios y con otras personas, caminar con ellos hasta que entren a un discipulado, se trata de encaminarlos para que continúen el viaje de la vida cristiana.
Cierro con el versículo 8 de este pasaje "Nosotros pues, debemos acoger a tales personas para que cooperemos con la verdad". Que el Señor nos ayude siendo fieles, porque nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve, si no es capaz de amar al prójimo que si ve.
Escuché la mejor lección de hospitalidad de una mujer norteamericana que visitó Guatemala para conocer a un niño que tenía apadrinado y su familia. Esta mujer cuenta que ella recién se había casado y tenía un pequeño apartamento que aún no había podido amueblar del todo, esa era la excusa por la que no invitaba a la gente a su casa, no creía tener una casa lo suficientemente equipada para atender las visitas. Pero en el viaje que realizó a Guatemala logró entender a perfección la hospitalidad, la recibió una familia muy pobre, cuya casa era un salón pequeño donde habían dos camas, una pequeña estufa, una mesa y unas cuantas sillas (por cierto que ninguna de las sillas era igual). Cuando llegó la familia inmediatamente corrio la ropa que había en las camas, le ofrecieron una silla, se pusieron a hacer café y algo de comida para ofrecerle y se sentaron donde pudieron, para conversar con ella, en todo momento se mostraron contentos, y pudo ver que esta gente aún con tantas limitaciones habían ofrecido a ella lo mejor que tenían, con gozo y alegría.
Esta historia real nos muestra lo que verdaderamente es la hospitalidad, darnos como personas y dar lo mejor que podemos para que la estadía de otros sea placentera. En este sentido, lo mejor no tiene que ser cosas caras o esperar a tener la casa de nuestros sueños, sencillamente es darnos junto con lo que tenemos, sea mucho o poco y procurar el bien estar del otro.
En la tercera carta de Juan, este elogia al anciano Gayo por la hospitalidad con la que había servido a desconocidos, y al leerlo forsozamente me trasladé a la iglesia, donde cada domingo llegan desconocidos, así que me pregunté ¿Que tan hospitalarios somos con los desconocidos que nos visitan?, veamos algunos puntos interesantes:
1. Servir a los desconocidos a través de nuestra hospitalidad es sinónimo de fidelidad a Dios.(v.5) Cuando pienso en la gente que nos visita cada domingo, que llegó no por una invitación si no por una necesidad, entonces viene a mi memoria aquel pasaje que dice "por cuanto lo hiciste a uno de mis pequeños, a mi me lo hicisteis". No es fácil ir a un lugar donde todos son desconocidos, pero es tal la necesidad de la gente, que aún así va a la iglesia, sin invitación, sin conocidos, solo con su necesidad; y llegar y que nadie te hable, que la única expresión que reciben es una bienvenida del pastor a nivel general. Es que acaso la invitación de ser hospitalarios es para un grupo en particular, en realidad es un llamado a todos, es un valor que los ciudadanos del reino debemos vivir, como muestra de nuestra fidelidad a Dios, debemos dejar la comodidad de nuestro asiento, acercarnos a estas personas, saludarles, preguntar su nombre y conversar para animarles.
2. La hospitalidad es una expresión de amor (v.6), para algunos quizás sea dificil, la verdad que siempre tenemos excusas para el servicio, que somos tímidos, que no sabemos quien es la gente nueva, que tenemos que hacer algo ministerial después de la reunión, igual siempre habrán excusas. La Biblia dice que el amor todo lo puede, es decir que es el amor lo que nos mueve a hacer aún cosas que no pensamos que podemos hacer. El amor debe movernos a tener la actitud correcta para mostrarnos hospitalarios con desconocidos que llegan buscando a Cristo. El Cristo que las personas buscan, somos nosotras mismos, nosotros somos lo más parecido a Cristo que ellos verán, ¿como les recibiría Cristo? ¿como recibe a la gente usted? ¿estamos siendo como Cristo?
3. No se trata solo de recibirlos, hay que orientarlos y encaminarlos para que continúen su viaje (v.6). Gayo no solo recibía a los desconocidos, la Biblia dice que los encaminaba para que continuaran su viaje, es decir que caminaba con ellos para orientarlos acerca del camino que habrían de ir. Amados, esto si representa un desafío, no se trata solo de saludar a la gente y aprender su nombre, se trata de caminar una milla extra. ¿Que significa esto en relación a la gente nueva?, esto lo podemos traducir como llamarles por unas cuantas semanas, introducirlos en otros espacios y con otras personas, caminar con ellos hasta que entren a un discipulado, se trata de encaminarlos para que continúen el viaje de la vida cristiana.
Cierro con el versículo 8 de este pasaje "Nosotros pues, debemos acoger a tales personas para que cooperemos con la verdad". Que el Señor nos ayude siendo fieles, porque nadie puede decir que ama a Dios a quien no ve, si no es capaz de amar al prójimo que si ve.
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